El verano de la nutria

PILAR CASTRO | EL CULTURAL, 02/07/2010

Milagros Frías: El verano de la nutria. XXI premio Torrente Ballester. Algaida. Sevilla, 2010 297 pp.

Sostienen las últimas corrientes del pensamiento social que el hombre contemporáneo vive asediado por miedos inconcretos que le mantienen en una ansiedad constante ante posibles peligros que puedan acecharle. “Miedo líquido”, sostienen. Miedo al miedo, inconcreto e invasivo, como el que ideó Isaac Rosa para El país del miedo, una historia inquietante, merecidamente elogiada. Miedo a perder falsos equilibrios alcanzados, a sufrir, a vivir con intensidad, a aproximarse al riesgo, a perder…, como le ocurre a Clara, la narradora protagonista de El verano de la nutria al comienzo de lo que acaba siendo una aventura inolvidable.

Pero esto es sólo parte de la ambiciosa composición con la que la escritora Milagros Frías (Paisajes de invierno, La alambrada de Levi) mereció el último premio Torrente Ballester. Parte de una intención que persigue el respaldo de cierta trascendencia al ofrecer la peripecia externa como una vía para alcanzar el verdadero conocimiento de quien uno es. Ésa es la fuerza que empuja al personaje de Clara: una mujer de 28 años, traductora, aferrada a una relación cómoda, aunque anodina, y a una vida sin grandes curvas. Lo insólito le llega de la mano de una hipoteca impagable, la ruptura inesperada con su pareja y un golpe de suerte que le invita a perderse en unas vacaciones escogidas al azar: de Madrid a un resort en Indonesia. No imaginaba una parada en Yakarta y su imprevisible cambio de rol: de ingenua turista a “extraña víctima de un extraño asunto”. De mujer segura y distante, a verse víctima del miedo, el horror y la vejación.

El viaje que resulta entre una y otra lo narra ella misma en una retrospectiva que convierte en trepidante novela de acción y suspense, apta para lectores adictos a la acción en estado puro, y para contentar a quienes buscan cobijo en una esmerada factura. Quizá la única objeción la merezca la verosimilitud del trasiego de peripecias que, desde el arranque, extreman situaciones que conducen la acción por vericuetos imposibles de prever. Pero el conjunto funciona muy bien. Incluso cuando se precipita el final y planea sobre él el riesgo de una solución tan imprevisible como lo leído.

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